Rancho aparte

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar EL SÍNDROME G

OPINIÓN

20 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Quieren irse porque son más prósperos y no quieren ninguna clase de redistribución». Así de claro resumió Stephen Sackur, periodista de la BBC, el núcleo de la ideología secesionista catalana. Fue en la entrevista que le hizo al seudoministro de Exteriores de la sediciosa Generalitat, Raül Romeva, en el programa Hardtalk, del 9 de septiembre del 2015. Compruébenlo en YouTube. Basta con introducir en su buscador «Hardtalk BBC Romeva».

En verdad los constitucionalistas necesitan mejores estrategas. Antes que tanta langue de bois, o lengua de madera, como dicen los franceses, con palabros orwellianos -distensión para todos y todas…- y de tanta argumentación leguleya de abogado das silveiras, habría que difundir masivamente material como este de Romeva. Difícil quedar en evidencia y hacer más el ridículo en menos tiempo, a pesar de las gafas de diseño y el atildado inglés, jugando a ser escandinavo meridional.

El periodista de la BBC, bregado como corresponsal en Washington y Bruselas, curtido en hacer sudar sangre a eruditos políticos adiestrados en retórica y elocuencia desde Eton hasta Oxbridge, asestó la puntilla al final, hacia el minuto 19 de una entrevista de menos de 25. Desnudó a los secesionistas como lo que son, pura Lega Nord mediterránea. En Italia gritan «Roma ladrona la Lega non perdona». Aquí lo traducen como «Madrid ens roba» o «Espanya ens roba».

Los secesionistas jamás vencerán en una España democrática y en una Europa unida, pero pueden hacer mucho daño alimentando las bajas pasiones de los supremacistas territoriales. Desde Londres, París o Berlín es difícil asumir que sus áreas más prósperas no transfieran rentas e inversiones niveladoras a áreas menos afortunadas, por ejemplo del Gran Londres hacia el norte de Inglaterra o Gales, o desde la Île-de-France a Languedoc. Pero en España hay quien no lo tiene claro, unos por complejo de superioridad y otros de inferioridad.

Quienes defendemos la Unión somos más incompatibles si cabe con estos de las ligas supremacistas. Defendemos un Tesoro europeo, porque sin fraternidad europea todos nos hundiremos frente a los desafíos de un mundo despiadado y competitivo. Defendemos que Grecia e Italia no asuman solas la pesada carga de una inmigración descontrolada, y nos oponemos a quienes nos quieren devolver a la Europa de entreguerras -los eurófobos- o a la Europa medieval -los que querrían 200 Estados en nuestra pequeña península de Asia-. Porque si en este edificio que tanto costó levantar algún propietario quiere hacerse un chalé con muro, va a destrozar los elementos comunes que nos dan agua y luz a todos. Y eso no lo podemos consentir. El rancho aparte no es progresista, ni decente, ni honrado. Porque algunas décadas tú aportarás más, y otras te tocará recibir. Véase el caso de Valonia durante el siglo XIX y el de Flandes en el XXI. Por fortuna, la soberbia, la vanidad, la codicia y la avaricia alimentan la derrota secesionista, pero la victoria hay que saber buscarla.