Frágil Europa: ahora, Berlín

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

20 dic 2016 . Actualizado a las 12:24 h.

La tarde se torció. Primero fue Ankara. «¡Nosotros morimos en Alepo, vosotros morís aquí! ¡Matáis a gente inocente en Alepo y en Siria!». Un hombre asesinó a tiros en la inauguración de una exposición al embajador ruso en Turquía. Cultura, ensangrentada, lo que nunca debe ser la cultura. Después el autor fue eliminado, según la policía. Emplearon ese verbo tan crudo. En seguida, llegó la noticia de un tiroteo con heridos en un centro islámico en Zúrich. Hasta que llegó otro mazazo al estilo del de Niza. Una barbaridad criminal. Un camión con un conductor y un acompañante enfiló un mercadillo navideño en Berlín y arrasó con personas y tiendas. En seguida, los fuerzas de seguridad empezaron a sostener que se trataba de un atentado terrorista. Así lo afirmaron también los primeros despachos de agencia. La frágil Europa poniendo la otra mejilla. Ojo por ojo, diente por diente. Como gritó el hombre que ejecutó al embajador ruso en la muestra de Ankara. Ellos mueren allá, nosotros vamos a morir aquí. Es así. En la paz que creemos garantizada. En la civilización que nos parece tan sólida, solo amenazada en los salarios y en los trabajos por los recortes. Nos asombramos. Temblamos. En un mercadillo navideño. Arrasando con inocentes. Pero la ecuación no es tan sencilla. La guerra nunca es diplomacia. La guerra llega cuando las palabras se secan. No existe la diplomacia de los misiles. Y entonces la violencia engendra violencia. Lo subrayaban los expertos. Se nos viene encima una oleada terrorista sin precedentes. Niza, ahora Berlín, como todo parece indicar, solo son pálidas señales de humos. Sí, pálidas, a pesar de todas las familias destrozadas, al lado de lo que puede pasar cuando regresen centenares de excombatientes, miles de huidos. Con el equipaje lleno de metralla, de odio, de violencia, de venganza. No distinguen entre Madrid, Londres, París, Niza o Berlín y Moscú. No. Rusia campa a sus anchas en Siria. Cierto. Y nosotros miramos hacia otro lado, cuando no participamos como en Libia. Ahora hasta nos conviene que mande Asad. No queremos ya más experimentos de primaveras árabes que luego nos salpican de sangre. La primavera es solo para la Europa de bien, para un viejo continente apático que todavía no se ha dado cuenta de que no existe. Pero ayer cayó el embajador ruso, mientras que nosotros tendremos que enterrar a muchos más, a otro grupo de ciudadanos europeos. Celebraban un nacimiento, la Navidad, se encontraron la muerte. Bombardear nunca sale gratis.