Votad, votad, benditos

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

09 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La boca de las urnas no muerde nunca. Demasiadas muertes en todo el planeta como para que ahora nos pesen las elecciones. Muertes para que votasen las mujeres. No hace mucho en España una mujer necesitaba el permiso de su marido para trabajar. Muertes para que votasen los jóvenes. Votar nunca es un peligro. Quien teme a los electores esconde a un dictador. Estamos asistiendo a tantos veredictos que no gustan a los gobernantes que los propusieron (brexit o Colombia) que no nos podemos confundir sobre las bondades de la democracia. Hemos convertido la política en un espectáculo mediático y maniático y así nos va. Pero el ejercicio de ir a una urna y luego contar los votos es lo más justo que tenemos a mano. Incluso a mano alzada, como pasó en el comité federal del PSOE. Lo que no es normal es urnas detrás de mamparas. Ni políticos que no les gusta lo que vota la gente. La grandeza del sistema es que cada uno vota o que lle peta. No hay que darle más vueltas. El discurso de que hay votos más inteligentes que otros es tan peligroso como el que pone en duda los referendos. Es un argumento de élites, la rebelión de las masas, bla, bla, bla. Da miedo. De oír eso a escuchar que algunos votos tendría que valer por tres como un triple de baloncesto hay un milímetro que lleva al desastre. Borges perdió un premio Nobel de Literatura por decir «la democracia, ese curioso abuso de la estadística». En Arabia Saudí todavía hoy no pueden votar las mujeres. O sea, que bromas, las justas. Sigamos con una persona, un voto. Y los arrebatos, cuando no gustan los resultados, mejor en pandilla. Y ahora que estamos aprendiendo muy mal a ser italianos (multipartidismo, pactos...) vamos necesitando con urgencia una ley que garantice que, sin acuerdos, debe gobernar el más votado. Como hacíamos en el colegio para elegir delegado. Nos queda mucho a todos para ser suizos.