La asamblea de la ONU

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

25 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si algo ha marcado desde hace décadas la agenda política internacional del mes de septiembre es el encuentro anual de los líderes mundiales en la Asamblea General de las Naciones Unidas. La cita obligada en su sede de Nueva York, pese a ser casi un evento social más que un compromiso con los principios de su carta fundacional, es además una oportunidad única para que los jefes de Estado puedan encontrarse, muchas veces de manera informal, y así tratar asuntos que de otra manera no habría sido posible afrontar. Y es que, aunque los discursos de algunos líderes transmiten mensajes de trascendencia, lo relevante es lo que sucede cuando las cámaras no se encuentran grabando y se producen reuniones que logran acercar posturas y aliviar tensiones. Aunque quizás las expectativas siempre suscitan más interés que lo que se consigue. Un interés que, por desgracia, ha incrementado el potencial que esa urbe tiene como objetivo terrorista.

Así, aunque Nueva York es una ciudad blindada desde que hace quince años sufriera uno de los atentados más espectaculares de la historia, ni el despliegue de miles de policías han impedido que se hayan producido dos incidentes aparentemente relacionados con el terrorismo islamista. Pasado el susto y una vez detenido el presunto terrorista, un afgano nacionalizado estadounidense, se debería aprovechar el momento para reflexionar qué se puede hacer para eliminar esta lacra cuyo origen está en la pésima o nula actuación ante los conflictos en los que están inmersos Oriente Próximo y Oriente Medio. Una reflexión seria de los líderes que obvie la burocracia habitual de la ONU y que conlleve la implementación de soluciones inmediatas para los millones de afectados y refugiados.