¿Adónde vas, Pedro Sánchez?

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

08 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cuándo dijo Pedro Sánchez que ha abandonado su esperanza de ser presidente del Gobierno, a pesar de los malos resultados que obtuvo en las pasadas elecciones? No lo ha dicho, porque no ha renunciado a nada, ni siquiera a librar batalla en el Comité Federal del PSOE para conseguir unos apoyos que se le resisten. Porque Sánchez ya no escucha a nadie más que a los suyos que más le bailan el agua. Para él, Felipe González, Alfonso Guerra, Zapatero, Rubalcaba, Bono, etcétera (es decir, aquellos a quienes tenía por sus maestros) son ahora unos opinantes de segunda. Es decir, unos estorbos.

Por eso, Sánchez insiste tanto en decir que ahora es el tiempo de Rajoy (que lo es, por cierto). Pero el modo en que lo dice parece anunciar su disposición a postularse como candidato, si el actual presidente no logra conformar una mayoría suficiente. Algo que sería lógico, si no viniese precedido por la derrota y división de su partido (que no le importa) y por la mayor ola de secretismo interno de la democracia, que es también de desprecio por unos ciudadanos condenados a seguir a tientas sus brillantes jugadas.

Quisiera equivocarme, pero creo que tengo muy pocas posibilidades. Pedro Sánchez nunca ha querido oír hablar de ningún acuerdo que no lo incluyese a él como presidente del Gobierno. Esta consistencia rocosa no puede negársele. Por ello rechazó primero la gran coalición con el PP, por ello aceptó luego un pacto con Ciudadanos (para sumar más diputados que el PP) y por eso buscó al cabo un acuerdo con Podemos. ¿Y qué consiguió? Unas segundas elecciones, con menos diputados en sus alforjas.

¿Abandonó por ello sus propósitos? No. Y en este trance estamos. Porque Sánchez ni siquiera parece contemplar el riesgo de que unas terceras elecciones puedan colocarlo por detrás de UP. Por eso no las teme. Sin embargo, aquel que sea culpable de una nueva convocatoria, ya puede poner sus barbas a remojo. Porque las venganzas populares son detestables, pero también lo son las actitudes de quienes las provocan con su torpeza. El PSOE es indispensable, señor Sánchez. Escuche a sus maestros y deje de buscar el desastre con tanto ahínco. Porque en esto sí que podría tener éxito. Y sería lamentable.