El sacrificio de Pedro

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

11 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasados quince días de la segunda vuelta de las elecciones españolas, tras la legislatura más breve de la historia, vamos de la perplejidad a la incredulidad pasando por las ganas de tomarnos unas vacaciones de la obligación de ciudadanía que supone elegir a nuestros representantes. Mal tiempo para andar de reuniones... Mariano Rajoy debe de estar temiendo que el rey le vuelva a llamar y le recuerde que le toca formar Gobierno por representar a la fuerza más votada. Pedro Sánchez regresa de Mojácar con la gorra del PSOE calada hasta las cejas y se encuentra con un candidato a presidente que exige su compañía para el duro viaje de cargar con el muerto de este país a punto de entrar en la uci, porque no quiere comerse el marrón solito. De ahí que el PP esté empeñado en convencer al PSOE de que sin ellos de la mano, el futuro será mucho peor.

Los socialistas saben que lo que está por llegar será malo en cualquier caso y parecen convencidos de que quienes gobernaron sin restricciones hasta ahora deben recoger la agostada cosecha de su pésima gestión y dar la cara día sí y día también en un Parlamento donde estarán en minoría. Es de suponer que también pensarán que desde la oposición podrán diferenciarse más y mejor de Unidos Podemos, luego del autosorpasso que se acaban de dar, dejar en el camino a Ciudadanos, empeñados en desanudar los vetos a Rajoy que tejieron en campaña, y los nacionalistas diciéndoles «pasa tú, que a mí me da la risa... ».

Hace dos meses, Mónica Oltra avisaba de que ninguno de los candidatos que fueron incapaces de llegar a acuerdos para gobernar -o dejar gobernar- estaban en condiciones de volver a representar a sus partidos. Su predicción se hace en este momento pura clarividencia y los hechos no hacen más que darle la razón. Puede que haya una tercera vuelta -de tuerca- a la maquinaria electoral como si en el proceso estuviera la solución a la incapacidad de quienes se presentan como remedio cuando en realidad son los responsables de que tengamos un auténtico problema. En el fondo, nadie quiere ser la cara que responda de los juicios que se avecinan y de los castigos que se nos vienen encima por haber dejado a España en caída libre y sin un conejo que sacar de la chistera de esa nueva política que se hace en los platós de televisión.

Entre los desaguisados de Rajoy, la esquizofrenia de Iglesias, la insulsez de Rivera, el cheque en blanco que pretenden los nacionalismos, y los peajes que le impone su propio partido, Sánchez habrá de tener cuidado si no quiere acabar siendo el cordero del sacrificio, y decidir con tino, carácter y proyecto, su papel en esta etapa de la historia de España.