Dentro de un mes

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

28 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El 27 de junio, lunes, el balance electoral será, como siempre, falaz. Posibilista y matemáticamente complejo. Rajoy, candidato a la presidencia por el Partido Popular, roza el treinta por ciento. Habrá ganado, como en diciembre, las elecciones. Pero no es suficiente para gobernar. Ayer, desde el balcón de Génova, estaba exultante. Los amigos que, previsiblemente, me llaman desde lugares lejanos, pese a mi adscripción a la socialdemocracia de izquierdas, me anuncian que dormirán tranquilos, y me felicitan como si tal cosa, obviando que yo no soy de los vencedores. Les digo que yo también he dormido bien y que los resultados son mejores de lo que esperaba.

El Partido Socialista ganó votos, pero tuvo menos escaños que los conseguidos por la alegre muchachada de Podemos con los comunistas tradicionales en coalición y restando oportunidades a los lobos disfrazados de ovejas; en fin, en cualquier caso, el sorpasso no fue sorpresa después del debate a cuatro en el que Iglesias se enfrentó públicamente al tierno candidato de Ciudadanos por el asunto venezolano que se introdujo o se coló de rondón en la campaña. Mariano estaba exultante y desde el balcón habló para los suyos como si la presidencia del Gobierno fuera, acaso sí, innegociable. El quince por ciento de las huestes heterodoxas de Albert Rivera parecía suficiente para gobernar, aunque más semejaba que el auténtico triunfador de las elecciones eran el joven Rivera y los suyos.

Los que creíamos que a las doce de la noche del domingo 26 iba a presentar su dimisión televisada el señor Sánchez, nos quedamos con un palmo de narices y pensamos al unísono en Susana como si ese pensamiento posibilista fuera la solución.

No llegaron a Galicia las mareas vivas de septiembre y la pleamar no fue suficiente para repetir los resultados de las mareas gallegas. Y en este punto, antes de que se formara un Gobierno del PP con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PNV, me dio por pensar en todas las dificultades que nos fueron hurtadas a los ciudadanos, que no sabemos cómo se va a refinanciar el déficit público, cómo puede no seguir creciendo la deuda, ordenar el caos autonómico, poder mantener las pensiones sin que resulten traumáticas las medidas paliativas que habrá por fuerza que aplicar, y que no haya que seguir rompiendo la hucha de los pactos de Toledo porque la alcancía ya no tiene más monedas.

No sé quién va a contarnos que la sanidad tiene que ser redimensionada, y que la educación debe ser cofinanciada por los padres que tengan fiscalmente una renta suficiente. España, el país de un moderado bienestar, va a ser muy difícil de gestionar, máxime con una oposición que eligió la demagogia populista como norte.

Pobre España, siempre experimentado soluciones improbables, víctima de un victimismo solidario, huérfana de afectos internacionales, ayuna de un I+D que no llega, fugitiva de una revolución del conocimiento que se ha ido posponiendo. Solo falta un mes. Un mes en el que cabe todo el universo, un mes para nuestra desesperanza, un mes para iniciar los diálogos que confluyan en un nuevo Gobierno. Dentro de un mes?