España prorroga la siesta fiscal

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

21 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En Bruselas cunde la idea de que los españoles llevamos demasiado tiempo durmiendo la siesta a pierna suelta. Sestean los partidos políticos desde las pasadas elecciones, incapaces de alcanzar un acuerdo de mínimos que les permita desperezarse y volver de nuevo a la faena. Y sestean el Gobierno y su presidente que, a juicio de la Comisión Europea, abandonó hace un par de años la tarea de domesticar el déficit público y el caballo, desbocado, saltó la cerca, abandonó el curro y se echó al monte.

Esa, la siesta fiscal española, constituye la principal preocupación de las autoridades europeas. Nunca entendieron que, antes de completar la tarea encomendada, el Gobierno de Rajoy decretase el fin de la era de los recortes, se negara a subir el IVA, rebajara el impuesto sobre la renta, estableciera bonificaciones en las cuotas de la Seguridad Social, anunciara la devolución de la paga extra a los funcionarios y retirara la vigilancia sobre el gasto autonómico. Lo toleraron a regañadientes por comprensión política: no puedes colocar a un colega al pie de los caballos, atado de pies y manos, cuando se aproximan unas elecciones.

Pero ahora, superada aquella fase, España incumple y Bruselas ni siquiera tiene a quién tirarle de las orejas. El Gobierno está pero no está, dependiendo de quién llame -para el Parlamento no estoy, para Puigdemont sí-, y no hay nadie solvente en casa que firme el recibí de la multa de tráfico. Tampoco se sabe si habrá Gobierno en condiciones ni cuándo lo habrá. Y para mayor perplejidad de las autoridades europeas, reaparece Luis de Guindos, abraza una parte de los programas electorales de izquierdas, y solicita que se prorrogue la siesta fiscal.

Aclaro, para que no queden dudas al respecto, que soy partidario de la siesta. En su justa medida, claro. Diversos estudios científicos han demostrado que esa costumbre mediterránea reporta beneficios para la salud física y mental. Comparto, pues, las palabras del ministro cuando dice que «lo importante es el crecimiento económico». O cuando afirma que rebajar este año el déficit al 2,8 %, como establecía el catecismo de Bruselas, «tendría un impacto muy negativo para nuestro crecimiento». Me parece de perlas que el Gobierno afloje el corsé fiscal y me parece aún mejor que la mitad de esa flexibilidad -cuatro décimas de ocho- recaiga no en las comunidades autónomas, sino en la sanidad, educación y servicios que gestionan. Bienvenido al club, señor ministro. Lástima que no se aplicara el cuento cuando España se hallaba sumida en la recesión y ustedes utilizaban, erre que erre, la guadaña de rebanar derechos sociales, gasto público y crecimiento económico.

Habrá quien diga -y yo el primero, si vamos a eso- que los últimos anuncios del Gobierno atufan a electoralismo. Si es así, de algo nos habrán servido el grotesco espectáculo ofrecido por gentileza de nuestros líderes y las elecciones que se avecinan. Pero cuidado, no vaya a ser que la siesta reparadora degenere en parálisis económica.