Palabra y espectáculo

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

02 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Me da la impresión, acaso demasiado particular, de que el volumen de conversaciones de carácter político ha bajado en las casas y en las calles, en los bares y en las oficinas. Se ha instalado en su lugar un cierto hastío, un aburrimiento muy parecido al que padece la persona que ha gastado demasiadas horas seguidas ante el televisor y, a través de la modorra que le impide moverse aún del sofá, se infiltra en su conciencia un sentimiento incómodo: el de haber perdido el tiempo. La comparación tiene más sentido porque nunca como ahora la política se resuelve en imágenes televisivas, en gestos y posados, en juegos de espejos y paripés que tienen al ciudadano ahíto, empachado. Mucha imagen y poca palabra.

Cuando la imagen sustituye la palabra en lugar de ilustrarla, ocurre exactamente eso: que la reemplaza, y que al reemplazarla obliga a pensar con imágenes en vez de con conceptos. Resulta más cómodo, también para el manipulador. Pero entre otros muchos peligros, hace casi imposible el matiz, propende a la falta de respeto y emborrona la memoria de detalles secundarios: el beso en la boca entre dos políticos, el niño de una diputada, el posado de dos candidatos por la Carrera de San Jerónimo y muchos otros que todos recuerdan, también porque los medios, en vez de obviarlos, los magnifican.

Y así hemos llegado aquí. Sin palabra, en cualquier sentido que quiera utilizarse el término, y empalagados de imágenes que matan el razonamiento, imágenes extremas en las que las pocas voces apenas sirven apenas para dibujar insultos, descalificaciones radicales o falsas apariencias. El empacho de espectáculo impide el diálogo real. Todo exceso termina en triste abotargamiento.

@pacosanchez