La feria de los incompatibles

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

24 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Albert Rivera tuvo un sueño: como buen político de centro que es, convertirse en eje del carro de la gran coalición PP-PSOE. Ayer consiguió encajar una de las ruedas: poco después de las 11 de la mañana propuso a Pedro Sánchez una reforma exprés de cinco puntos de la Constitución. Cinco horas después, Sánchez se rodeaba de micrófonos para darle un sí con música y todo: donde hay voluntad de reforma, se puede hacer la reforma. Ni siquiera le discutió la desaparición de las diputaciones y su sustitución por un difuso consejo de alcaldes, que viene a ser lo mismo, pero quizá tan poco útil como el Consejo de Presidentes de las Comunidades Autónomas que Zapatero ideó, pocas veces se reunió, y pocos resultados prácticos dejó.

Tenemos, pues, el eje y una rueda. Menos da una piedra, pero con una sola rueda ni anda el carro ni sirve de nada el eje. En términos políticos, suman 130 escaños, y ni el más optimista componedor de acuerdos se imagina un presidente investido ni un Gobierno formado con su apoyo. Falta la segunda rueda y, salvo que Sánchez tenga capacidades mágicas y hoy nos sorprenda con esa novedad que ayer anunció, no hay material para fabricarla. Los partidos de izquierda huyen de Ciudadanos como si tuviera cuernos y rabo.

¿Y el Partido Popular? Lo escuchan ustedes todos los días: quiere lo mismo que Sánchez, la gran coalición, pero con Rajoy de conductor. Y ahí volvemos al principio: no puede haber coalición dirigida por el PP, porque la dirección y los militantes socialistas no han venido a este mundo para entregar el poder a la derecha. Y la dirección y los militantes del PP no han venido a este mundo para regalar la gobernación a los socialistas. Tengo entendido que Rajoy teme incluso una rebelión interna si hubiese esa rendición. O sea: Ciudadanos repugna a Podemos, el PSOE es opuesto al PP, el PP es inconciliable con el PSOE y todos son contrarios a Podemos. Esto no es un escenario de pactos. Esto es la gran feria nacional de las incompatibilidades.

Para terminar de dibujar el perfil de la falta de solución, si Sánchez fracasa en su investidura y Rajoy no vuelve a declinar, tendría que empezar por pactar con Ciudadanos, y todos le preguntaríamos por qué no lo hizo cuando el rey se lo encomendó. Y, si hubiera que repetir elecciones el 26 de junio, los resultados serían prácticamente los mismos que el 20 de diciembre. ¿Y qué hacemos entonces? ¿Volver a empezar este esperpento de negociaciones? Esto empieza a ser surrealista. El único que puso algo de su parte sin pedir a cambio la presidencia del Gobierno ni ninguna vicepresidencia ha sido Albert Rivera. Pero claro: solo tiene 40 diputados. La generosidad es estéril cuando se basa en la escasez.