Pantomima

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

08 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las rebajas no empezaron ayer. Desde la noche de Reyes hay una especie de saldo en el discurso de algunos políticos que nos recuerda que las cosas siempre pueden ir a peor. Resulta que, con el país esclerotizado por una pantomima que no cesa en Cataluña y por unos fríos preámbulos de conversaciones imposibles para formar el Gobierno de España, el gran problema son las cabalgatas de los Reyes Magos. Y como suele pasar en un régimen de consignas y argumentarios, lo que comienza en la Villa y Corte a cuenta de la estrafalaria (cuál no lo es) indumentaria de Melchor, Gaspar y Baltasar ya no se frena. No queda dirigente popular que no haya dicho que su alcalde -si es de la nueva ola- ha arruinado la fiesta a los niños.

Al margen de que a cada uno le pueda gustar mucho o nada un desfile de carrozas con camellos o sin ellos, esta clase de sobreactuación no hace más que cargar de argumentos al adversario. Viene a ser como esas arremetidas -que a veces rozan la grosería- sobre la indumentaria que algunos alcaldes han decidido utilizar como parte de su liturgia rebelde. Porque como casi todo el mundo sabe, el problema no son unas botas sin betún ni una camisa arrugada.

Alguien debió de pensar en el PP que esa estrategia le va bien. Quizás piensen que subrayar la desdicha de que el PSOE acabe pactando con Pablo Iglesias y con quienes supuestamente se cargan las ilusiones de nuestros niños le allanará el camino a Rajoy hacia un segundo mandato. Tal vez alguien, incluso de buena fe, se tome en serio esta comedia de las túnicas de los Reyes Magos. Otros están partiéndose de risa. Aunque no esté el panorama para mucha fiesta, con otras elecciones a la vista.