En el nombre de Pablo

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

03 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El último micrófono indiscreto ha permitido escuchar a Eduardo Madina cuando él se intuía protegido por el secreto de una reunión del partido. Algún día habrá que estudiar cuánto han cambiado la historia esos grabadores indiscretos que divulgan con la fidelidad de una radiografía las indiscreciones y las intrigas. Antes, los contubernios progresaban en la atmósfera espesa de la intimidad, de forma que era fácil adaptar sus conclusiones a las necesidades del momento. Pero ahora conviene contemplar la posibilidad de que tus secretos estén siendo registrados por un artefacto capaz de memorizar las confidencias con la precisión descarnada de un tacto rectal. Nada te hace sentir más desnudo que una grabación involuntaria, hasta el punto de que olfateas el aroma devastador de una violación cuando te escuchas en un aparato sin haber sido antes consciente de que parloteabas para la posteridad. Esos discursos tienen la suculencia de algo que ha sido arrebatado, porque en el fondo todos sabemos que entre el yo público y el yo privado media el abismo que separa las dos caras de una misma moneda. 

En esa grabación robada a Madina, el eterno aspirante confiesa: «Me jode llamarle por su nombre de pila al líder de Podemos», una revelación existencial que descubre la intensidad de esta crisis que va a llevar al PSOE al abismo. En esa confesión Madina resume el drama que los acecha: el de ser abrasados por el nuevo Pablo Iglesias cuyo nombre le quema literalmente en la boca al ya viejo socialista. La historia, que es tantas veces caprichosa, no podía haber previsto una sucesión más teatral.