Disparatados

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

11 dic 2015 . Actualizado a las 09:08 h.

Aún vamos teniendo suerte. En su día aquí aparecieron candidatos de conveniencia, como Jesús Gil o Mario Conde. Los hay hoy intelectualmente tan livianos que da miedo pensar lo que puedan hacer con el voto de uno. O comprobar lo que algunos se atreven ya a hacer con la coartada de que su pueril impostura es el instrumento para combatir las viejas políticas. Con todo, nos vamos librando de personajes como Donald Trump, aspirante a presidente de Estados Unidos que va jalonando su carrera de odio y sandeces. O de otra clase de ultraderechistas, como Le Pen, a quien le importa poco la memoria de los millones de personas que las dos últimas grandes guerras dejaron en Europa.

La escena política española se ha poblado en los últimos tiempos de nuevas opciones y personajes. Los hay que parecen listos, honrados, mesiánicos, oportunistas, mediocres, comedidos, soberbios o disparatados. Pero, por fortuna, no ha quedado espacio ni para los muy frikis, ni para los que abiertamente juegan la baza de la xenofobia y el desprecio más absoluto a las personas. Desde los orígenes de la transición se alabó como un mérito de la Alianza Popular de Fraga Iribarne el haber integrado a un amplísimo espectro social, de la derecha al centro, que apenas dejó espacio a la extrema derecha. Del mismo modo que el eurocomunismo de Carrillo contribuyó a diluir a la extrema izquierda.

Los mapas políticos son el reflejo de la sociedad en cada momento histórico. Pero también la cordura y responsabilidad de los políticos pueden frenar derivas colectivas descabelladas. Trump arremete contra los mulsulmanes y su popularidad sube. Es muy fácil avivar el odio y muy difícil construir la concordia.