Nos zambullimos en la campaña para el 20D sin poder borrar de la retina imágenes impactantes; decisivas para nuestro futuro. La del presidente Rajoy troceando una empanada; la de Pedro Sánchez declarándose ligón; la de Pablo Iglesias en pleno guitarricidio y la de Rivera metiéndose una leche de padre y señor mío. Es la nueva forma de vender liderazgos; la que diseña Chabelita, que es la que más sabe de esto porque vive de ello.
No hay nada que nos preocupe más en estos momentos que saber si Rajoy sabe cocinar, porque de lo demás nos lo sabemos bien. Cómo afronta la crisis, los recortes, los rescates bancarios y el paro. Lo demostró en los últimos cuatro años. Como sabemos lo que haría, o no, Sánchez, con esas idas y venidas de derogo o no derogo; o elimino un par de ministerios o los vuelvo a crear.
De Iglesias y Rivera tenemos mayor desconocimiento, porque aún aguardan turno para tumbarse en el diván de Bertín, y eso les resta posibilidades.
El modelo Chabelita consiste en recorrerse los platós de televisión protagonizando los programas más cutres y horteras; con señoritos andaluces en tareas de entrevistadores, o lo que sea. Ahí es donde se encuentran cómodos nuestros líderes, porque hablan de lo que realmente les interesa: si de jóvenes fueron un poco balas, si ligaron mucho o si juegan bien al futbolín. Asuntos de gran calado.
Lo cierto es que millones de españoles han disfrutado ante el televisor, que ya es disfrutar, con esta nueva forma de vender liderazgos.
Quizás porque la política tiene mucho de espectáculo. Así que, puestos a elegir comediantes, lo mismo nos lo pensamos bien y votamos a Bertín. Que tampoco difiere mucho de los candidatos.