Dustin y el coro

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

24 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Dustin Hoffman pertenece a la realeza de la actuación. Pero aún tiene dignidad. Todavía quiere brillar en sus interpretaciones como la estrella que fue. Lee los guiones buscando esas letras incandescentes. No se refugia, como Robert De Niro, en comedias que dan risa de lo malas que son. Dustin, el genio con 78 años, siete nominaciones al Óscar y dos estatuillas en el salón de su casa, se embarcó en El coro para hacer que la película creciese. No estamos ante un filme increíble. Es una historia bien resuelta sobre un niño con un don para cantar y otro don para que la vida lo meta en líos. Pero emociona. La música clásica bien cantada y contada. El guion es como esos telefilmes que ponían por las tardes, después de comer, que buscan la emoción fácil, con subrayados evidentes. Pero a algunos todavía nos gustan esas historias facilonas que te hacen sentir de forma casi infantil si tienes la guardia baja. Y, como decía, Dustin Hoffman, el hombre de Cowboy de medianoche, el de Rain Man, el de El graduado, está ahí para que las notas cobren altura, vuelen como pájaros, para hacer que los niños del coro nacional se conviertan en ángeles y hagan estallar las vidrieras de las catedrales con la pureza y belleza de su canto. Así más o menos lo dice otra actriz estupenda, Kathy Bates, en la cinta. Hoffman consigue de nuevo que asomen las lágrimas, con una actuación contenida. Fue un gallego, director real del coro norteamericano, Fernando Malvar-Ruiz, el que le enseñó cómo se mueve un director de un grupo infantil, como contó Begoña Sotelino en La Voz. Exportamos talento. Dustin Hoffman logra que lloremos como cuando hizo Kramer contra Kramer e hizo que nos estallase en pedazos el corazón.