Gaiás, peaje en la sombra

Laureano López
Laureano López EL ENFOQUE

OPINIÓN

01 oct 2015 . Actualizado a las 10:26 h.

Xoán A. Soler

Pasan una detrás de otra las citas electorales, y la vida (y el delirio de Artur Mas) sigue. En Santiago -se puede contemplar desde varios lugares porque está en ubicación privilegiada- caen las losetas del Gaiás, 62 según el último recuento. No es cosa del otoño, porque empezaron a caer en primavera, y ahora hay que arreglarlo todo para que a nadie le parta la crisma una de esas losas compradas a precio de oro. El Gaiás ya no es solo, pues, el muerto más caro del cementerio (costó 298 millones de euros y su mantenimiento sale por otros tres al año), ya no es solo el sombrío peaje en la sombra que todos los gallegos, del primero al último, del más rico al más pobre, pagan religiosamente, un pago que, claro, no les exime de otros pagos, como la luz o el dentista, los libros de sus hijos, la atención de sus mayores... Es, también, peligroso, aunque estadísticamente el peligro es muy bajo porque es difícil que alguien encuentre una excusa convincente para acercarse allí a nada, pues nada hay que ver y nada hay que hacer. Todo en el Gaiás es surrealista. Todo en él es tiempo y dinero perdido. Los errores políticos casi siempre acaban siendo pozos sin fondo. Vean, si no, esos andamios rodeando uno de sus patéticos edificios: alguien trata de arreglar con nuestro dinero lo que nunca tuvo, tiene, ni tendrá arreglo.