Elogio de la uña

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

13 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Huyendo de abundar en la liada catalana, en la vergüenza de las hordas de expatriados y en la plétora de complejos infortunios con que nos han bombardeado a diario, recalé en la adversidad doméstica de que se estropee la caldera del gas -sobre todo para quienes aun no hemos rendido nuestra cocina al microondas o la vitrocerámica y seguimos cocinando con llama-. Esta fatalidad cotidiana es la que propició que apareciera por casa un chapuzas de pedigrí, de esos que lo mismo te arreglan la luz que te cambian la cerradura o te pintan el comedor.

Un tipo de edad indeterminada enfundado en un mono de color blanco ilustrado por un repertorio ecléctico de manchas dadaístas, gorra de visera con logo cervecero y una voz de carajillo con callos de entrante. Después de lanzar una mirada tridimensional a la caldera, desenfundó un destornillador de estrella y la destripó en un santiamén. Tras cuatro o cinco manipulaciones, la restauró y la puso en marcha al primer toque. Fue al abonarle sus honorarios cuando la ví. Levantó la mano con lentitud draculina y desenvaino una fantástica uña tamaño katana de su dedo meñique izquierdo. Mientras cubría un sucedáneo de factura, aquel tipo tunelaba su oreja, segaba la barba del mentón y escarbaba en todos los orificios molares con aquella uña toledana que se paraba a admirar de vez en cuando.

Esa uña que me atrapó la mirada. En realidad había olvidado por completo que existían, que aun había gente con una uña de meñique tamaño XXL.

Hacía muchos años que no veía una y pensé: ¿Se estarán extinguiendo sus partidarios? ¿Era yo que ya solo frecuento lugares esterilizados? No me refiero a la uña esforzada del guitarrista, no, me refiero a la uña canalla y multiusos; al único afeite que queda exclusivo del genero masculino una vez usurpados los tatuajes por el genero femenino. Dios las proteja. Me reconforta pensar que aún quedan titanes capaces de resistirse a los cánticos asépticos del palillo, de los bastones orejeros, del corta uñas o la navaja suiza y siguen apegados a su uña envidiable y colosal cultivada con el esmero de un enólogo.

Hay muchos tipos de uñas: uñas ansiosas, uñas descuidadas, uñas postizas, uñas de pincel, uñas de gata, uñas roedoras, uñas de pianista... pero ninguna tan singular y asombrosa como la uña cortijera multifunción. Y conseguí evadirme por unos minutos del peso emocional de esta semana trágica, fatigosa y cansinera que no presagia más que un más de lo mismo para todo este otoño párvulo que acaba de empezar el colegio.

Por sus uñas los conoceréis.