La extravagancia es para el verano

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

17 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los políticos, tan predecibles el resto del año, en verano se nos ponen extravagantes, casi exóticos. Singulares, en todo caso. Digo yo que será para compensar su rictus de tristeza de septiembre a julio. Agosto debía cambiar de denominación. Olvidarse de su etimología y del emperador Augusto, tan delirante. Agosto no debiera tener nombre alguno. Un mes inexistente para los calendarios. El respetable público se regodearía contemplando chapuzones, andainas vespertinas a ritmo frenético, brindis con copa de vino en la mano. Agosto, en realidad, no existe. Es un oasis en medio de los inviernos de la política. Este año nos ha tocado un mes de agosto más caliente. Por la cosa de las elecciones, por Cataluña, porque se nos ha teñido el nacionalismo catalán con marchamo de modernidad: siendo, como cualquier historiador sabe, un viejo arpegio de una sonata decimonónica y caduca. Pero los catalanes siguen con la rémora de la independencia entre las cejas. Algunos catalanes, hay que decirlo: menos de la mitad. Y en este agosto se les ha notado más que nunca. Haciendo patria desde el Ampurdán hasta las playas de Salou. Todo es extravagancia. A los gallegos, por fortuna, nos quedan los mil ríos y las mil fiestas, el Apóstol al que no quiere el alcalde compostelano, las playas más hermosas del mundo y, por desgracia, los montes ardiendo un año más. Y eso no es extravagancia. Es, sencillamente, una horrible tragedia.