Erdogan y la caja de Pandora kurda

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

12 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

De nada le ha servido escudarse en la lucha antiterrorista para atacar las bases del PKK (el Partido de los Trabajadores del Kurdistán) en las montañas Candil en el noroeste de Irak. Los motivos detrás de la ruptura de la tregua iniciada en el año 2013 son tan evidentes que lo único que ha conseguido el Gobierno turco es volver a sumir en estado de sitio, yo me atrevería incluso a decir prebélico, no solo a las provincias kurdas, sino a toda Turquía. Porque Erdogan no quiere luchar contra los terroristas, lo que quiere es impedir que en su frontera sur se consolide una región kurda precursora de un nuevo Estado independiente.

Obviamente, no se pueden aprobar bajo ningún concepto los atentados del PKK. Además, las muertes de policías y militares turcos solo sirven para agravar el acoso a toda la población kurda e instaurar un régimen de terror. Pero es comprensible que el PKK haya perdido la paciencia y no confíe en el Gobierno turco, que ha franqueado la entrada en Siria de hombres y suministros para el ISIS, impidiendo por el contrario la salida de la población civil kurda que huía de los ataques de estos terroristas y negando la asistencia médica a las milicias que luchan contra ellos. Porque no hay que olvidar que es la coalición kurda formada por la YPG siria, el PKK y los peshmergas de Irak la única que ha frenado el avance del ISIS. Ningún esfuerzo por sofocar a los islamistas, todo el fuego para los kurdos.

Por todo ello, los atentados en Estambul contra una comisaría y el consulado norteamericano se enmarcan en la escalada de violencia que ha propiciado el propio Gobierno turco. Un Gobierno que ahora se preocupa por el daño que puede ocasionar a su imagen y al turismo. Algo que tendría que haber pensado antes de abrir la caja de Pandora.