Una exposición, en la sede del colegio médico coruñés, muestra la evolución de la sanidad gallega en los últimos 120 años. Interesante y didáctica, llama la atención, entre otros aspectos, sobre la influencia que han tenido en su transformación el mar, la emigración o las peregrinaciones a Santiago.
La medicina gallega no habría progresado de la misma forma sin la necesidad de atender al creciente número de viajeros que llegaban o salían de sus puertos, el ingente número de emigrantes que embarcaban hacia América o regresaban enfermos, los soldados que retornaban maltrechos de las guerras coloniales, o sin la experiencia ganada por sus médicos en lejanos frentes de batalla. La necesidad de prestar atención a los peregrinos que acudían a Santiago marcó asimismo el avance de las prestaciones sanitarias, con hitos como la puesta en marcha del Hospital Real.
Pero también muestra el freno que supusieron los largos períodos de oscurantismo o el impulso experimentado en las cortas etapas de libertad. Y, sobre todo, da fe del empuje decisivo de personas a las que su profunda vocación de servicio a los demás les llevó a no conformarse con tratar de sanar a sus pacientes y a implicarse de lleno en la lucha por mejorar sus condiciones de vida. Para ello impulsaron hospitales, promovieron la investigación, batallaron en las Cortes, contribuyeron a redactar leyes de progreso e incluso se jugaron la libertad y la vida conspirando contra el absolutismo.
Su ejemplo de entrega desprendida y de sabiduría para distinguir lo esencial destaca especialmente en momentos como el actual. Solo ese apartado ya justificaría la exposición. Pero hay muchos más por los que merece la pena visitarla.