La resistencia de Rajoy

Carlos G. Reigosa
Carlos Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

10 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No puede decirse que el defecto de Mariano Rajoy sea precipitarse a la hora de adoptar decisiones o llevar a cabo sus intervenciones públicas. Por el contrario, lo que se le echa en cara con frecuencia es su imperturbable sosiego ante los problemas que nublan el horizonte político, sobre todo ante aquellos que son novedosos o inesperados. A diferencia de Manuel Fraga, Rajoy primero contempla la lluvia y luego espera a que escampe. Y si al cabo observa que aún no escampa, todavía se da una prórroga. Hasta que, cargado de razón (y de reproches ajenos) decide, por ejemplo, legislar contra la corrupción o ir a Cataluña a dar la cara y ofrecer un mensaje tardío pero contundente. «Es su forma de ser», dicen los suyos, que se apresuran a añadir que no siempre es bueno acudir a todos los frentes y quemarse en litigios estériles. Porque Rajoy no es Fraga, está claro. El de Vilalba estaría en Cataluña todo el tiempo necesario y desde luego no hubiera admitido una consulta participativa ni unas elecciones plebiscitarias. Pero, ¿esto hubiera sido mejor? Los tiempos de Rajoy están llenos de remansos que pretenden evitar rupturas, sin que ello suponga ceder en lo esencial. El actual presidente del Gobierno cree que la realidad conspira a favor del sentido común, al que cree tener de su parte. Por eso no se precipita: sabe que también el sentido común necesita tiempo para imponerse. (Felipe González obró así ocasionalmente y tuvo buenos resultados). Rajoy lo tiene claro: primero, hay que esperar a que cada problema revele su verdadera naturaleza. Segundo, hay que dejar que se resuelvan solos los conflictos que tienen vocación de solucionarse así. Y, tercero, si hay que echar mano del extintor, no debe ser siempre para apagar el fuego, sino para mostrar que se tiene con qué hacerlo. Es una pedagogía que no siempre cae en gracia, pero que tampoco concita la desgracia. ¿Es Rajoy el presidente adecuado para estos momentos de ruido y desconcierto? La respuesta la darán los electores cuando toque. Pero sus rivales no debieran confiarse. Rajoy ha acreditado ser un resistente. Y ya dijo el dramaturgo Friedrich Dürrenmatt que «la resistencia a toda costa es el acto que tiene más sentido».