El Schindler de los trenes. El Schindler de Praga. Nicholas Winton. Hay personas que merecían vivir doscientos años. Nicholas Winton, que nos dejó a primeros de julio, es uno de ellos. Así es que llegó a los 106 años y que murió, según sus seres queridos, con tranquilidad. Pero su vida no fue tranquila. Su vida fue de novela. La novela de un héroe. Nicholas Winton fue el otro Schindler. Como el de la lista de Schindler, que Spielberg hizo tan famosa. Winton salvó a 669 niños de Praga de morir en manos de los nazis. Él solo organizó desde la capital checa unos trenes llenos de niños judíos para evitar que cayesen en manos de las tropas alemanas. Pero es que además jamás se puso la medalla por lo que había hecho. Lo ocultó durante años, hasta que fue su mujer la que hizo justicia. Fue ella la que llevó su historia a los periódicos ingleses. Y entonces fue cuando el mundo conoció que Nicholas era un héroe con todas las letras, de los que dignifican al hombre cuando se encuentra ante el peor de los escenarios: una guerra. No solo logró que esos trenes llevasen a los niños judíos a Inglaterra, además se preocupó de encontrarles un hogar en tierras británicas. Al conocerse su fallecimiento, otra vez los medios de comunicación de las islas se esmeraron en el adiós a este hombre, que únicamente al final de su vida recibió las distinciones que se merecía. Ver una foto de Winton con uno de los niños en su colo en aquellos años y ver cómo ríe el niño, ya lejos del peligro, es una maravilla. En el Reino Unido todavía se preguntan cuántos niños de Winton habrá por ahí. Y cuántos nietos metáforicos ya de Winton corretearon por las calles de las ciudades inglesas.