Tengo para mí que el presidente del Gobierno olfatea algo y no precisamente bueno. A efectos de imagen se fía lo justo, tirando a poco, de sus nuevos comunicadores y de su estrategia de invadir los platós de televisión al grito religioso de «Rajoy es grande». Y como se fía lo justo, es él quien invade platós, estudios de radio y publicaciones impresas. Según los cálculos publicados, concedió más entrevistas en el último mes que en todo el año anterior. Es sabido que ahora se para en los corrillos de periodistas, se acerca a donde ve una cámara encendida en Bruselas o Madrid e incluso da noticias, preferentemente de Grecia y de su colega Tsipras. Primer descubrimiento: Rajoy cree en sí mismo. Confía en sí mismo más que en los magos que le rodean.
A efectos de Gobierno, este fin de semana veremos los fuegos artificiales de la Convención del PP, que promete refundación social. Los ministros están tan concienciados que ya hemos visto el primer milagro: ¡aceptan que hay desigualdad en España! Y algo mucho más increíble hace solo diez días: ¡aceptan que esa desigualdad va a más! Sea porque lo han escuchado a FAES o porque han conseguido verlo en las estadísticas de la realidad, esa es la novedosa actitud de los gobernantes. Se han caído del guindo de sus ficciones.
Lo más sospechoso: el presidente empieza a repetir en cada intervención que el PSOE está sometido a Podemos. Primero censuró sus pactos. Después llamó a Sánchez portamaletas de Iglesias. Y ayer insinuó algo sobre «las reformas que el Partido Socialista quiere hacer con Podemos». Como a esa hora el señor Sánchez presentaba el equipo de notables que redactarán el proyecto de Constitución, ¿quiere decir don Mariano que es un proyecto hablado con el Tsipras español? ¿Quiere decir que el PSOE abre la puerta de la reforma constitucional para que Podemos la complete?
Y lo más intrigante: nunca habíamos visto a Rajoy tan hiriente con el PSOE. Lo critica por lo hecho y por lo que puede hacer en el futuro. Le atribuye intenciones de alianza con la extrema izquierda que otros mortales no acabamos de ver. Lo utiliza como recurso para apelar al voto del miedo. Si se alía con Podemos, estaremos peor que Grecia, con violencia y olas de atracos, según los portavoces Hernando y Casado. Y en esa insistencia es donde veo que Rajoy huele algo. Huele que el denostado PSOE le empieza a robar votos. Huele que el portamaletas Sánchez le puede disputar el puesto. Huele que el poder está en peligro. Y Rajoy tiene una ventaja sobre todos los demás: dispone de los sociólogos del CIS para interpretar la evolución del voto. Y dispone, sobre todo, de los servicios de información del Estado. Si Rajoy huele algo, es que algo hay.