La palabra sana

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

04 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los creyentes lo tienen claro. La palabra del Señor o sus profetas sana. Pero los no creyentes deberían tener fe (tener fe es creer en lo que no se ve) por lo menos en que la palabra sana. Hablar cura. El aislamiento es malo. Empobrece. No es verdad que el hombre está mejor en su cuarto. La vida no es una celda. Callar es insano. No es humano. El lenguaje es curativo. Hay que compartir siempre. Mi hermana, que es uno de los cargos más importantes que hay en la vida (el de hermano), repite que el que calla, encalla. Y termina varado. Un clásico de las letras ya dijo que el agua estancada se pudre. No aprendemos ni las lecciones que nos da la naturaleza, que es sabia. Siglos de naturaleza, muchos más que siglos de humanos. Necesitamos a los demás. Pero a los demás de verdad, no a través de pantallitas. No a los demás virtuales. A los demás cara a cara. El sudor de los demás. Ese fuego lento que es cariño. Los demás sentados en un café, donde se pueden cruzar las manos. Para explicarnos muchas veces tenemos que escucharnos. Cuántas veces no sabemos muy bien lo que pensamos hasta que nos oímos. El hombre es el lenguaje. El del cuerpo y el de la mente. Necesitamos las caricias y los diccionarios. Somos esponjas. No tiene sentido que nos empeñemos (y nos despeñemos) en permanecer secos. Hay que empaparse de todo lo que no sabemos, que muchos veces nos lo enseñan los otros.