A veces la cabeza anda así. Toc, toc. Y, a veces, hay lecturas sencillas que se atreven con los problemas de la gente. El sueño de Berlín ganó el premio Anaya de literatura infantil y juvenil y es un libro muy sano. Lo firman Ana Alonso y Javier Pelegrín. Y es la historia de Ana, una adolescente que tiene TOC, siglas del trastorno obsesivo compulsivo, algo que les sucede a miles de personas, pero de lo que nadie se atreve a hablar. La cabeza se estanca. Y necesitas repetir rutinas en un bucle que causa dolor para no enfrentarte a tus miedos. A esa niña de la novela, a Ana le sucede. Y un compañero, Bruno, le echa una mano para que se levante e intente enfrentarse a ese miedo. Nada como ponerse en manos de profesionales (sobre todo de profesionales) y de amigos, de personas que te quieren, para superar las dificultades. Bruno embruja a Ana para que sea capaz de cumplir su sueño. Para que viaje a Berlín a ver la cabeza de Nefertiti Nefertari, ella que adora todo lo relacionado con Egipto. Ana está presa en la cárcel de su mente. Y la única manera que hay de ahuyentar al miedo es dar el paso de ir a por él y descubrir que es un fantasma. Las personas con TOC, si se dejan llevar, acaban reducidas a sus manías. Dicen los expertos que tienden a creer que repetir una serie de series les salvará de perder el control. Pero solo les sirve para reducirse al control. Los valientes se cuentan con los dedos de una mano, pero nadie escribe sobre los que no lo son. Alonso y Pelegrín aciertan al humanizar un problema que está más cerca de lo que pensamos. Y que, con las nuevas tecnologías, se ha agudizado. Las redes como una red para vivir solo virtualmente y encerrados en nosotros mismos.