Votar de forma feliz y responsable

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

22 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Una parte del electorado de izquierda de nuestro país -y créanme que sé de lo que hablo- lleva décadas votando de forma condicionada, renunciando en demasiadas ocasiones a apoyar candidaturas con las que más simpatizaba, atenazado por razones diferentes. A veces fue el denominado voto útil, que lleva a concentrar las papeletas en la fuerza con más probabilidades de obtener representación. Otras era el voto instrumental, eligiendo al partido que podía echar del poder a los que nos estaban gobernando. También el voto del miedo, no apoyando al partido por el que se sentía más representado ante campañas tremendistas que anuncian el caos si dejan de gobernar los de siempre. O el voto resignado ante la sospecha de que tu voto no se iba a transformar en representación.

Pues bien, treinta y ocho años después de que recuperáramos el derecho a votar, estos complejos que atenazaban la libertad de voto van a saltar por los aires. El hartazgo de la ciudadanía con la situación política en general y con la corrupción en particular unido al enorme malestar ante el deterioro de las condiciones de vida y trabajo provocado por la austeridad compulsiva, está llevando a que mucha gente rompa con el modelo del bipartidismo rotatorio que dominó la política española desde el final de la dictadura.

En muchas ciudades y comunidades autónomas se presentan candidaturas unitarias de la izquierda y de los movimientos sociales que representan un aire nuevo que tienen la voluntad de limpiar la viciada atmósfera de muchas instituciones que llevan demasiado tiempo gobernadas por los mismos. Airear las instituciones y cambiar las políticas para empezar el camino que nos lleve a recuperar los derechos que hemos perdido con la crisis y, sobre todo, por la forma en que fue gestionada.

Estamos en otro momento de cambio en la arquitectura política e institucional de España, que de alguna forma recuerda la ilusión y la esperanza de la mayoría de la sociedad española en la transición o en el 82. Por eso, el día 24 mucha gente dejara atrás el voto útil, la resignación o el miedo para votar de forma feliz por los que de verdad cree que pueden cambiar las cosas. En su ciudad ahora y en su país después.

Otra parte diferente del cuerpo electoral lleva años votando sin querer asumir toda la responsabilidad de su voto, algo que en esta ocasión no debería volver a suceder. Para expresarlo con un ejemplo que todo el mundo va a entender: por muy del PP que uno sea no puede volver a votar en Xàtiva a Alfonso Rus, actual presidente de la diputación valenciana y de nuevo candidato a alcalde, que ha sido denunciado por corrupción, entre otras causas, por la obscena grabación en la que presuntamente cuenta los billetes de la mordida. El que lo vote tiene que ser consciente de su responsabilidad, porque una cosa es que te engañen y otra muy diferente es que lo votes sabiendo lo que hay. En este caso el votante se convierte en corresponsable en el mejor de los casos, y en cómplice en el peor.