El muchacho está disparado en esa Bolsa de la política, que son las encuestas. Dicen que más en unas que en otras oficiales, porque el PP es quien más le teme. La cocina del CIS afeitaría los cuernos de Albert Rivera y su Ciudadanos, según algunos ufólogos. Si la febrícula que empieza a notarse en votantes del centro y de la derecha por este político de aspecto aseado va a más y se convirtiese en fiebre, al PP le podría salir un boquete en su espacio natural casi del tamaño del que Podemos le va a hacer al PSOE y a IU. Ciudadanos ha dejado atrás a Rosa Díez y su UPyD, tras el error clamoroso de la lideresa de no sumarse a él. Pero ¿quién es Albert Rivera? El hombre que posó desnudo en su primer cartel electoral. Un tipo que dice que combate el Ancien Régime, como le llamaban los franceses. Pero su munición es moderada y siempre con la divisa de España unida por delante. Hábil tahúr con las palabras, ganó la liga de debate universitario en su época de estudiante, Albert Rivera siente fascinación por la política. Tanto que reconoce que tuvo que frenar su ritmo para no perder su vida. Separado, ahora no perdona los miércoles y los fines de semana alternos con su única hija, Daniela, de tres años. El resto del tiempo es para la causa. Ya está casi más en Madrid que en Barcelona. Y pelea desde los platós, el sitio donde hoy se dan las batallas políticas. Pero este Rivera es capaz de decirle a un periodista con ironía las tres cosas por las que él no se votaría: «Le diría que no tenemos experiencia de gobernar. Que no hay que fiarse de los partidos nuevos, que prometen mucho, pero luego... Y que encima, yo soy catalán y ya sabe que los catalanes son todos sospechosos». Pues ya saben, o ¿no?