Una cierta idea de Francia

Blanca Riestra MIENTRAS NINA DUERME

OPINIÓN

12 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Viví durante bastantes meses en una calle próxima al bulevar Richard Lenoir. Compraba mis verduras en el mercado de Aligre y tomaba café en el Fraternité. París era entonces para mí un torbellino de calles y de libros, de bares y de personajes extravagantes. Luego dejó de serlo porque yo crecí. Y los adultos ya no creen en cuentos de hadas. Sin embargo, ayer me sentí tocada muy de cerca. Volví a las calles del distrito once y a sentir ese romanticismo agrio de los años de la universidad en que todos nos creíamos capaces de cualquier heroísmo o desmesura.

Charb se lo buscó, dicen unos. Charlie somos todos, responden otros. La verdad es que ante la noticia de la masacre del Charlie Hebdo, es una idea de Francia que nos duele: la Francia republicana, el país de los derechos del hombre, de la libertad de expresión, de Sade, de Dreyfuss, de Brassens, de Bataille, de Gainsbourg. Yo pienso también en mi Francia, en la Francia de los restaurantes universitarios y de los estudiantes metecos que hacen tesis sobre Foucault o Deleuze, o Derrida, que aman la república sobre todas las cosas, aunque la república no los ame a ellos en absoluto.

Charb, el director de la revista, tenía mucho de héroe republicano moderno, desvergonzado, tímido, de humor descacharrante, valiente como él solo. Charb me recordaba a cualquiera de mis amigos de entonces, románticos y corajudos, con la audacia de quien no tiene nada que perder. El pasado miércoles los pistoleros iban a por él, preguntaron quién era, al irrumpir en el consejo de redacción. Lo demás ya es historia.

Qué decir. Hay algo tan evidente y tan profundo en todo esto. A los que alegan que el humor no debe tocar la religión, yo les diría que lo único que puede salvarnos es el humor, el humor que no deja títere con cabeza, el que denuncia lo que todos vemos y nadie se atreve a decir, el que concluye que nada es sagrado y que todo es risible, ridículo, incluso lo más trágico. Si nos quitan la risa, nos quedaremos no solo sin libertad, nos quedaremos sin nada.