Un hombre realmente libre

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

06 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace hoy un año comenzó todo. Se celebraba la Pascua Militar, el rey Juan Carlos pronunció su discurso y se perdió en su lectura. Fue una escena tremenda, de esas que te hacen apartar los ojos del televisor por el contagio del bochorno de Su Majestad. Durante los días siguientes llovieron críticas sobre la Corona. Llovieron tantas, que el rey tuvo que preguntar a una persona de su confianza si no había nadie que lo defendiese en este país. Y en efecto, parece que no había nadie. Fue en ese momento cuando Juan Carlos I decidió hacer lo que un año antes le había encargado a Rafael Spottorno que fuese preparando: la abdicación. El rey pudo notar con ese incidente que ya no estaba en condiciones de seguir reinando. Y algo más decisivo: percibió cómo había perdido los apoyos que hasta esos momentos eran incondicionales.

Este cronista se vio obligado a recordarlo estos días en multitud de platós de televisión. En todas las entrevistas se me preguntó cómo está don Juan Carlos en la actualidad. La publicación de unas fotos robadas en un restaurante de Beverly Hills, en Los Ángeles, me evita la incómoda tarea de dar un parte de su estado, porque podría parecer que soy un portavoz de la Casa Real, y no soy más que el autor de un libro en el que habla el rey abdicado. Pero las imágenes son elocuentes: ahí tenéis a un hombre libre; libre incluso de la princesa Corinna. Un año después de aquella estampa de la impotencia, ese hombre puede hacer lo que le dé su real gana, y nunca mejor dicho. Puede viajar, puede salir del país sin permiso del Gobierno, puede divertirse con sus amigos, puede disfrutar de la vida como un jubilado más; como un real jubilado.

Me quedo con esa imagen del rey sin corbata y despreocupado de que le enfoque una cámara. Humanamente, porque está recuperado. Políticamente, porque es el retrato de la normalidad. Su renuncia, la sucesión y la consolidación de su hijo Felipe en el trono es, probablemente, lo que mejor ha funcionado en este país en los últimos tiempos. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado todos en conversaciones privadas si Felipe de Borbón llegaría a reinar? Pues ahí lo tienen: hoy, al mando de los ejércitos, en su estreno en la Pascua Militar; estos días de atrás, en los sondeos de opinión, que le atribuyen un índice de aceptación del 70 por ciento, un nivel comparable al de los mejores tiempos del reinado de Juan Carlos I, y muy superior al de cualquier otra institución. Es difícil mantener ese apoyo social. En un día, en un solo error, se puede perder todo el patrimonio de confianza ganado en meses y años. Pero creo que es útil destacarlo cuando existe. Y, sobre todo, cuando tantos vientos de inestabilidad azotan el panorama nacional.