Ya es posible ser cesado

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

15 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El impulso del habla popular y del lenguaje periodístico es como un tsunami que todo lo arrolla hasta imponerse. La última muestra es el verbo cesar, que hasta hace unos días se consideraba, en el lenguaje culto, intransitivo en sus tres acepciones: ?[Dicho de una cosa] Suspenderse o acabarse (Ya cesó la lluvia); ?Dejar de desempeñar algún empleo o cargo? (Cesó como concejal de deportes), y ?Dejar de hacer lo que se está haciendo? (El francotirador cesó de disparar).

Así lo veían la Academia y los principales diccionarios de lengua, como el María Moliner y el Diccionario de uso del español de América y España, de Vox. El Clave, de enfoque muy didáctico, subraya: «El uso de la acepción 3 [Dejar de desempeñar un cargo o un empleo...] como transitivo y el del participio cesado en lugar de cesante son incorrectos, aunque están muy extendidos». Es excepción el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, un diccionario de uso, es decir, que, más allá de la norma, trata de reflejar el lenguaje que se utiliza en un momento determinado. Le llegan tres palabras, «tr (semiculto) Destituir», con las que dice que se emplea como transitivo en un nivel semiculto con el significado de ?destituir?: Rajoy cesa a Ana Mato.

La lucha desarrollada sobre papel prensa contra ese cesar transitivo viene de antiguo. Fernando Lázaro Carreter, que fue director de la Academia, le dirigió alguno de sus acerados dardos. En uno de ellos relataba un rifirrafe entre un alcalde de Sevilla y Jesús Aguirre. El primero dijo que «había cesado» al segundo, a lo que el entonces duque de Alba respondió que lo «había destituido», porque cesar es verbo intransitivo y no se puede cesar a nadie. «Gloriosa victoria para la lengua castellana la que habría obtenido el duque de Alba con esta pica puesta en el Flandes del lenguaje municipal, tan rebelde -escribía Lázaro Carreter-, si políticos, escribidores y habladores se enteraran de que uno puede cesar, es decir, dejar de desempeñar un cargo, pero no puede ser cesado, sino destituido».

Pero las cosas cambian una barbaridad, y el tsunami mencionado al principio es determinante. De ello dio una primera muestra la Nueva gramática de la lengua española (2009): «Aunque este uso [la variante transitiva de cesar (?hacer que cese?)] no se tiene por incorrecto, se considera preferible su equivalente destituir». De no tenerse por incorrecto ha pasado finalmente a ser plenamente aceptado por la Academia, que en la nueva edición del Diccionario incorpora una cuarta acepción: «Destituir o deponer a alguien del cargo que ejerce. Lo cesaron ayer».

De lo cual se extrae la conclusión de que en estas cosas de la lengua no conviene ser dogmático, pues nunca se sabe en qué van a acabar, y que el que escupe hacia arriba debe ser consciente de los riesgos que corre.