Por si había dudas, no. El plan de regeneración democrática del PP, apoyado a regañadientes por el PSOE (al final, la política es sobre todo márketing), no va a provocar la limpieza catártica reclamada a gritos por la sociedad. Los tres diputados investigados por el Tribunal Superior seguirán siendo investigados, y seguirán siendo diputados, y los 35 alcaldes imputados (algunos por enchufar a diestro y siniestro, unos más presuntamente que otros) seguirán ejerciendo de alcaldes. No se prevén expulsiones sumarias ni selectivas. El texto aprobado es, pues, un pequeño cortafuegos que ni va a evitar que haya más incendios ni va a apagar los que están activos. O sea, que no, aunque a lo mejor, pues hay que ser optimistas, un poco sí: lentamente, los políticos (algunos) van captando el mensaje, lo malo es esa sensación que dejan en el ambiente de que lo van captando a golpe de sondeo demoscópico. Las medidas anticorrupción y otros acuerdos, condena del franquismo incluida, hubieran capitalizado el debate si no fuera por el empeño de AGE en inmolarse, otra vez. Nada justifica su voto en contra de una resolución de condena del terrorismo. Si pretendían distinguirse del resto con ese gesto, lo lograron: hoy, la inmensa mayoría de sus votantes serán los más arrepentidos de todos los votantes arrepentidos.