Despechos

Luis Ferrer i Balsebre< / span> EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

07 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Este verano raro ha venido cargadito de noticias de esas que te hacen pensar sino te estarás volviendo un misántropo o, lo que es lo mismo, incubando una aversión psicológica hacia la especie humana.

Mires donde mires, la expresión de nuestros más crueles impulsos y desvaríos campan por doquier: Palestina, Ucrania, Irak, Congo?

Las grandes tragedias de siempre, los mismos collares con distintos perros, las mismas barbaridades con distintas caras y distintas localizaciones geográficas y temporales? No tenemos remedio.

Y entre todo este macro espanto se entreveran pequeñas guindas domésticas que no por ser pequeñas dejan de ejemplificar nuestra naturaleza y hacer buena la afirmación de Emmanuel Kant -insigne misántropo-: «De la tortuosa naturaleza de la humanidad, ninguna cosa recta puede obtenerse»; o la de otro gran misántropo, Arthur Schopenhauer: «La existencia humana debe ser una especie de error». Somos como somos y por mucha civilización que reclame Freud, seguiremos siendo lo mismo con las mismas pasiones incontroladas e incontrolables que nos infectan como un ébola sin vacuna.

Esas emociones, siempre las mismas, que nos desbordan llegado el caso y nos empujan a las mismas conductas, los mismos errores, los mismos crímenes y las mismas putadas. En este verano raro ha habido dos historias que me han llamado la atención -quizás por lo cercanas o lo redundantes- en las que se han expresado los sentimientos más pendencieros que nos adornan. El culebrón de la Pujoliada y el del pizpireto Hollande son pequeñas viñetas de nuestras atávicas pulsiones: la avaricia, la lujuria, el poder, los celos, el despecho y la venganza.

Los dos casos navegan sobre las mismas aguas estancadas de nuestros fondos. Tanto a los Pujol como a Hollande los ha derribado la misma piedra del despecho, un arma utilizada históricamente con más pericia y contundencia por el género femenino que gusta de las venganzas frappé, sin sangre y con veneno. David contra Goliat, Valerie Trierweiler contra François Hollande, Victoria Álvarez contra Pujol Ferrusola. Pasión, poder, celos, dinero, engaño, despecho y pedrada de venganza entre ceja y ceja.

Qué talón de Aquiles fatal tiene el poder con el sexo que atenúa las defensas más elementales de la prudencia y se expone hasta la insensatez -llevar a la novia con bolsas de quinientos en la mochila o coger la moto para ir desde el Elíseo al pisito de un amigo calavera lo es-. Será que el poder les hace sentir invulnerables y arriesgan todo apostando a un polvo bobalicón sin contar con que todo Superman tiene su criptonita de despecho femenino.

Ellos son más de matar y suicidarse, ellas de esperar y demolerlos. Desde los clásicos griegos siempre el mismo guion y el mismo final. Misántropo humanista puede ser una alternativa.