La Galaxia Freixanes

OPINIÓN

11 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A Víctor F. Freixanes le iría mejor si, en vez de asumir la dura tarea de publicar y vender los libros que otros escribimos, se dedicase a escribir los suyos, tan probados y celebrados. Su fama, si tal cupiese, sería mayor. Su vida, como profesor de la Universidade de Santiago de Compostela, más relajada. Y hasta es posible que la posteridad, una vez convertido en «devanceiro», le dedicase más calles. Pero Freixanes cree en Galicia, y al contrario de lo que a mí me pasa, que soy pesimista en todo lo que se refiere al futuro de nuestro patrimonio inmaterial y a nuestra identidad, está convencido de que Galicia puede salir reforzada de este trance en el que coinciden la lamentable banalización de la cultura con la irrupción de las nuevas tecnologías, la transformación del libro y sus mercados, y ese esnobismo que hace que todo el mundo lleve en su tableta las Cincuenta sombras de Grey, mientras el setenta aniversario de la publicación del Sempre en Galiza, de Castelao, pasa desapercibido.

Esta fe y este patriotismo, sinceros y bien razonados, deben ser los motivos por los que Freixanes asumió la difícil tarea de recoger la tan gloriosa como agotada Editorial Galaxia de los devanceiros -la de Otero Pedrayo, Fernández del Riego, Piñeiro e Isla Couto-, para convertirla en una nueva Galaxia, capaz de compaginar la gestión de sus tesoros clásicos con la edición de libros modernos, con la entrada en las redes de difusión electrónica, y con la apertura al mundo casi infinito de las redes sociales y la comunicación audiovisual. Todo lo cual, incluida la apertura a nuevos mercados lingüísticos, a los que quiere acercarse bajo la fórmula de grupo editorial, empieza a ser realidad.

Consciente de la complejidad de esta tarea, que la crisis convierte en aventura portentosa, Víctor F. Freixanes se fue independizando paulatinamente de la financiación pública, para integrar una masa de accionistas -particulares, empresarios, profesionales e intelectuales- capaces de darle a la Editorial Galaxia los recursos que precisa y la vinculación ciudadana con la que debe legitimar lo que hasta ahora heredó y lo que desde ahora pretende legar a las nuevas generaciones. Y por eso me alegra saludar esta nueva forma editorial -la Galaxia Freixanes- cuando restaura su equilibrio entre los ideales del galleguismo y la eficiencia de la empresa multicultural moderna, y en el simbólico momento en que acaba de meter en nuestras tabletas una magnífica edición del ya septuagenario Sempre en Galiza.

Los tiempos son difíciles y menguan la esperanza. Pero esta Editorial Galaxia que está alumbrando Víctor F. Freixanes marcará un hito histórico en nuestra identidad y en nuestra cultura. Porque es lo único importante que va a quedar de este tiempo de megalomanías y derroches que tanto dinero privatizó en favor de los falsos reclamos de la cultura.