Esa es la diferencia

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

02 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Un elevado número de españoles no alcanza a entender, por más que se expliquen, las diferencias entre una Monarquía y una República. Y tiende a asociar la segunda con Venezuela o Corea del Norte, en un evidente ánimo de desprestigio para inmediatamente situar los paraísos monárquicos en Holanda o Suecia. Pero esos confusos ciudadanos, que parecen incapaces de marcar las diferencias entre una y otra, tienen ahora un revelador ejemplo que los puede iluminar.

Uno de los hombres más poderosos de nuestra Europa, el ex jefe de Estado francés Nicolas Sarkozy, se ha pasado ayer el día en una comisaría para dar cuenta de un posible tráfico de influencias y violación de secreto de instrucción, a propósito de una investigación por corrupción y financiación ilegal. El bueno de Sarkozy ha declarado como cualquier ciudadano por un posible delito. Sin aforamientos. Sin prebendas. Y sin canonjías que lo conviertan en intocable. Sarkozy ha sido tratado como un ciudadano que puede haber delinquido. Y, como tal, está siendo sometido a una investigación que lo lleva a dar con sus huesos en la comisaría.

Si un militar de Ferrol hubiese otorgado a Nicolas Sarkozy el título de monarca, le habría dado también la patente de poder evitar cualquier tipo de sospecha sobre su figura. Y ya no digamos una investigación. Por cuestiones propias del desempeño de su cargo o ajenas a él. Antes, durante y después. Porque alguien se habría apresurado a aforarlo para prevenir males mayores.

Así que a ver si ahora se entiende mejor que esa es la diferencia. La de que la justicia es igual para todos. Como dijo nuestro rey prejubilado. Pero es igual en Francia.