Vuelve a hacer cine, después de mucho teatro. Es una de las grandes de la escena española. Es Charo López, una mujer que es un volcán de carácter. Tiene una voz profunda, que suena a muy vivida. Hace poco estuvo en un programa de radio eligiendo sus canciones favoritas y, de su hilo musical, tiró del hilo de su vida y demostró que es genio y figura. A Charo López le gusta Sabina y la canción protesta. Pero también le encanta Pablo Alborán y Ray Charles. O Serrat o Billie Holiday. Y, casi sin querer, dejó una de esas frases que deberían imprimirse y repartirse: «A mí es que se me olvida ser moderna». Y así es que anda con un transistor de los de toda la vida en el bolso para oír la radio allá donde le venga en gana. Charo López es un clásico. No necesita apuntarse a la última moda que dura diez minutos. Ella fue la pantalla entera en aquellos Los gozos y las sombras y ya nadie pudo ni quiso olvidarla. En el teatro siempre tuvo su lugar, aquí y en América, y ahora el cine volverá a hacerle justicia. Es terrible cómo en este país somos capaces de minimizar el talento de actrices como Charo López para dejar que triunfe durante diez minutos cualquier disparate.