El cine español sigue la cometa del éxito de las series televisivas de producción propia, de las comedias fáciles, para intentar encontrar las colas que traen el dinero. Para qué complicarse más. Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez-Lázaro, que sorprendió con un arranque espectacular en taquilla, es una prueba e-vidente. El filme empieza también con fuerza. Pero solo el trabajo de los cuatro actores que sostienen la historia eleva una película que va de más a poco. Los dos jóvenes, Clara Lago y Dani Rovira, están muy bien en su representación de la sucesión de chistes fáciles que buscan carcajadas en el filón de la vasca tozuda y del andaluz vividor. Como ya subrayó la crítica, una versión de aquella Las autonosuyas. Pero también hay que hacerle justicia, una versión efectista. El patio de butacas se ríe, por momentos con muchas ganas, y ese es el acierto que se buscaba, no hacer cine de arte y ensayo. Estupendos en su papel, muy recalcado, los veteranos Karra Elejalde y Carmen Machi, lo que a estas alturas ya no es ninguna sorpresa. Está bien que el cine español haga dinero, aunque sea dinero fácil. ¿O no?