Sorpresas y confidencias de un cenizo

OPINIÓN

21 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Esta campaña electoral, como todas, está provocando alucinaciones. La más ostentórea, que diría Jesús Gil, es la que hace ver a los políticos del PP creación de empleo por todas partes. Oyes sus mítines, lees sus entrevistas, escuchas su entusiasmo en la radio y compruebas cómo tratan el paro: como un problema superado, un asunto del pasado, una pesadilla que hemos sufrido en tiempos pretéritos, allá cuando gobernaba Zapatero. ZP destruyó tres millones y medio de puestos de trabajo, según se escucha todos los días en el mitin. Solo les falta decir: «con sus propias manos». Era una máquina de destrucción de empleo. Hoy, la magia de los ministros de Rajoy es una máquina de creación de trabajo, qué felicidad.

Naturalmente, para que esa magia sea creíble tiene que venir acompañada de un buen dato, un dato contundente e irrefutable. Lo aportó el brillante Esteban González Pons en el último debate televisado, conocido como «debate a seis». Allí, en presencia de cinco testigos con voz más la neutral María Casado, soltó la cifra: este Gobierno está creando 7.000 puestos de trabajo diarios. Diarios, eh; no mensuales, ni siquiera semanales. González Pons no ha matizado si cuentan solo los días laborables o también los festivos y fines de semana. Pero no nos pongamos estrechos, que no son tiempos para andar con matices: son 7.000 y punto; una cantidad realmente prodigiosa.

¿Cómo lo habrán tenido tan callado? Recibí la noticia con alborozo propio de Soraya Sáenz de Santamaría, que acaba de descubrir la alegría de la gente por la calle. Empecé a soñar con el pleno empleo. Con 7.000 puestos de trabajo diarios, cerraremos este mes de mayo con 217.000 parados menos. En diez meses, dos millones de parados menos. Al final de la legislatura la Guardia Civil tendrá que dejar pasar a todos los inmigrantes que presionan sobre Melilla, porque habrá tantos puestos de trabajo disponibles que estaremos en condiciones de colocar a media población africana. El paro, efectivamente, se habrá quedado como el mal sueño de una etapa de cuyo nombre no nos querremos ni acordar.

Y ahora, escrito eso, ¿qué hago? ¿Retiro la palabra «alucinaciones» que he escrito al principio? Si no la retiro, ¿pasaré a ser un izquierdista peligroso que me permito dudar de la verdad electoral? ¿Perteneceré al gremio de los cenizos, de los que tanto se quejó el presidente Rajoy? ¿Seré un resistente a admitir la clamorosa mejora de España? Tengo que llamar a todos los demás cenizos del FMI, la Comisión Europea y la OCDE para que rectifiquen inmediatamente ese horizonte de un 24 o un 25 por ciento de parados en el 2015. Mucho estudio, mucho cálculo, mucha proyección de cifras, pero no han escuchado a González Pons.