Las europeas le están permitiendo a José Ramón Gómez Besteiro moverse como pez en el agua en la indecisión, que por momentos parece su medio natural, como el aire es el de los pájaros. Pero pasará Bruselas y las cosas volverán a la realidad, que a veces, incluso para los políticos, es cruda realidad. Para el líder del PSdeG quizás sea un consuelo que mañana la atención mediática instale su foco en los juzgados de Santiago, donde se sentarán siete ediles del gobierno del PP imputados por prevaricación. Oportuna o no la fecha de la vista, esto es lo que hay, y lo que hay es un gobierno tambaleándose en la capital de Galicia, gracias al PP. Pero este juicio, este símbolo de lo que sucede en este país, donde casi todo pasa en los juzgados y evidentemente no es culpa de los jueces por mucho que se empeñen estos políticos, pasará. Llegarán los días valle y Besteiro recordará que apenas resta un año para las próximas municipales. Entonces, quizás se detenga a observar el panorama del PSOE en la comunidad, su PSOE, que, aunque el PP agoniza en no pocas urbes, es muy malo: de las siete ciudades en las que potencialmente podrían gobernar los socialistas, esa extraña alternativa de gobierno que no termina de ser, con ruidos de sables en Ferrol y en A Coruña, solo gobierna, es un decir, en tres, en dos de ellas con alcaldes imputados por partida doble, Orozco y Fernández, y en otra con Abel Caballero y el PP, lo cual casi es peor que estar imputado. Esta misma semana, Caballero ha confesado que lo que opinen los electores, o sea, los ciudadanos, sobre su pacto con la derecha le trae «al pairo». Besteiro, en un ejercicio de decisión plagado de indecisiones ha anunciado que serán los militantes (o sea, para qué engañarnos, el aparato del partido, o sea, él), quienes decidan si habrá imputados en las listas. Sobre Caballero no ha dicho nada. Pero tendrá que empezar a decirlo. Salvo que también al líder del PSdeG los electores, o sea los ciudadanos, o sea su propio futuro, se la traiga al pairo.