La estrategia del silencio

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

06 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Una de las cosas que más desconcierta es encontrar silencios donde cabía esperar palabras y -en menor medida- palabras donde se esperaban silencios.

El silencio es un tema tan interesante que da para muchas páginas. Castilla del Pino escribió un brillante ensayo sobre el tema.

El silencio es un tema complejo porque «no se puede pensar ni decir lo que no es», afirmaba Parménides. Y «nada es si no se nombra», que venía a enseñarnos Wittgenstein.

En el silencio se descubre y se pierde todo. Tuve un profesor de música que nos conminaba a escuchar un pasaje de la Quinta Sinfonía de Beethoven donde el fagot interrumpe la melodía generando un largo silencio durante el cual seguimos escuchando la melodía hasta que la vuelve a retomar el instrumento. Así suena el silencio, decía.

Fenómeno perceptivo cerebral análogo a otro que me desvelaba Xaime Quessada, al contemplar la rueca del cuadro de Las hilanderas de Velázquez, señalando cómo el maestro sevillano era capaz de pintar el aire.

Para el yoga sin silencio no hay aliento, y para la meditación tántrica, solo en él podemos ser. La palabra nos hace superiores a los animales, pero solo el silencio nos supera a nosotros mismos.

El silencio cuando nos relacionamos con los demás siempre está dotado de sentido, por eso puede ser una de las mejores estrategias en la lucha dialéctica. Los adversarios más peligrosos son aquellos que no se ven o que no hablan. El mejor medio para deshacerse de un enemigo dispuesto a contradecirnos es callar -Balmes dixit.

Algo parecido a lo que juega Rajoy con sus inquietantes mutismos. El arte supremo de la guerra consiste en someter al enemigo sin luchar, y parece que don Mariano apuesta por esta estrategia recurriendo al silencio como arma.

Leo y escucho a muchos detractores de este proceder en política tildándolo de intolerable, antidemocrático, cobarde o tramposo.

Los silencios frente al desafío catalán o el candidato de las europeas son silencios a rellenar por quienes los escuchan, solo que, en este caso, o se desbordan de desconcierto o se llenan de estrategia. Quiero pensar que es esto último, una astucia, una maniobra novedosa e interesante a ensayar, porque si no es así, no sé si se podrá pintar el humo o escuchar el vacío de lo que nos espera cuando empiece la melodía.

De momento hay silencio, al menos baja la temperatura dialéctica y nos dan un respiro en la refriega, que es de agradecer. Pero lo divertido va a ser contemplar lo que había detrás de esta aparente estrategia del silencio.

Silencio, se juega.