La paella de papá

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

19 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No podemos reprocharle a un hijo que se sienta orgulloso de las hazañas bélicas de su padre. Sería un mal hijo. Ni podemos criticarle que le invite a comer cuando le venga en gana, aunque sea tan poco original y espléndido como a un consabido arrocito con berberechos y pollo, que aquí llamamos paella porque para eso es el plato Typical Spanish. No debemos censurar la admiración que un hijo siente por su progenitor por mucho que este sea un granuja.

El júnior Tejero sabía perfectamente a lo que se exponía cuando programó el homenaje gastronómico a los camaradas golpistas. Y no debió de sorprenderse mucho al recibir el cese como castigo del ágape. Pero si al júnior Tejero no podemos recriminarle el amor paterno, sí debemos de exigir responsabilidades a quien lo colocó al frente de una unidad operativa de la Guardia Civil, de la importancia de la de Valdemoro.

Porque el recorrido del teniente coronel hijo no es una incógnita para nadie que lea los periódicos. Conocidas son sus ideas, su forma de entender la democracia y sus exabruptos, como el de Noia, que ayer recogía La Voz. Y alguien lo ha situado en un lugar al que nunca debió acceder. Y eso es lo que debe de preocuparnos. No que un hijo se desviva por su padre, sino que nuestro jardín tenga malas hierbas porque lo atiende un mal jardinero.