Conciencia

OPINIÓN

20 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Alguien escribió que la inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón. Vivimos ciertamente un momento social muy complicado. Los casos de corrupción parecen no tener fin; los ricos cada vez son más ricos y los pobres, más pobres; la presión sobre las fronteras de Ceuta y Melilla se vuelve insostenible, con esos 15 inmigrantes muertos; los políticos solo saben usar el «y tú más». Por eso no extraña que aumenten el descontento, las huelgas, los gritos que claman justicia. Y mucho me temo que las listas a las próximas elecciones europeas no hagan sino ahondar en ese clima de desilusión y desamparo social.

Ante tanto dolor, ante situaciones tan dramáticas para tantas personas, ¿cómo pueden comportarse así nuestros políticos? ¿Cómo pueden dormir tranquilos los ricos? ¿Cómo podemos todos decir que tenemos buena voluntad, si solo pensamos en nosotros mismos o en los nuestros? No estaría mal que nos dejásemos examinar por el corazón, por nuestra conciencia. Ahí nos encontramos desnudos, tal como somos, sin máscaras. Pero para eso hace falta silencio, y mucho coraje. Hay que reivindicar el insustituible papel del examen de conciencia para la rectitud de vida, así como la posibilidad de un proyecto ético común, una visión compartida de la idea de bien, algo que los okupas de la política y la cultura se llevaron por delante.