¿Quién dijo que Rajoy adolecía de carácter, que deja que el tiempo le resuelva los problemas y que no acomete los contratiempos con la suficiente decisión? Nada más lejos. Estamos todos empeñados en la creación de empleo, en sacar del paro a millones de vecinos, incluidos el rey y Obama, y recuperar la economía, y él no se entera. Nos dijeron que los hachazos a educación, sanidad y servicios sociales había que darlos para crear más y mejor trabajo. Pero nada de eso. Rajoy, en una demostración de lo que es un presidente que manda, le da otro zarpazo al empleo. Y a las empresas y trabajadores. El incremento de las cotizaciones a empresas, autónomos y trabajadores, contrariamente a lo que se hace en el mundo mundial, va a acabar por despedazar nuestro debilitadísimo mercado laboral. La caída de las cifras de afiliación a la Seguridad Social nos dice que las empresas están a un paso de su aniquilación y que los trabajadores ni respiran. Claro, excepto las del Ibex 35, que son las que lo asesoran. Rajoy ha tomado tres grandes decisiones sobre empleo. Básicas para entender cómo vamos. Poner a Fátima Báñez y a su virgencita al frente del departamento. Aprobar la reforma laboral. Y aniquilar a impuestos a empresas y trabajadores. Lo que se dice, una mente privilegiada.