Dice el acervo popular que el corazón atiende a razones que la razón no entiende. Desde ese prisma más visceral, la venta de Novagalicia Banco es un hecho que deja en todos los gallegos una natural sensación de vacío. No estamos hablando de un banco cualquiera. Hablamos de una entidad levantada con los ahorros de muchas generaciones de coruñeses y gallegos para los que aquella Caja de Ahorros y Monte de Piedad de La Coruña, creada en 1876, fue y sigue siendo un punto cardinal de sus vidas.
Que Banco Etcheverría SA/Grupo Banesco haya triunfado por encima de los otros cinco aspirantes solo demuestra una cosa: el banco de origen venezolano apostó fuerte por hacerse con la puja. Tanto, que superó a sus rivales con la determinación suficiente para evitar una segunda criba. Lo demás son indicios y buenas intenciones que el tiempo deberá refrendar o corregir.
No sabemos cómo va a ser el edificio, pero conocemos los cimientos y ya asoman los cuatro pilares que sostendrán la estructura. En primer lugar, y por encima de todo, Banco Etcheverría SA/Grupo Banesco se presenta prometiendo que mantendrá la plantilla. En los tiempos que corren la intención de proteger más de cuatro mil puestos de trabajo es un magnífico comienzo y un alivio para miles de familias que habían llegado al límite de la incertidumbre.
En segundo lugar, se anuncia que el centro de decisiones se queda en Galicia. Tenemos incluso la fundada esperanza de que el cerebro de la entidad se quede en A Coruña y por tanto adquiera, aunque solo sea por mimetismo, ese carácter gallego al que todos apelamos.
Llegan además los nuevos propietarios anunciando su implicación con la obra social de NCG, sin duda uno de los grandes valores añadidos de las cajas y cuya supervivencia es lícita causa de preocupación entre los gallegos. Cobra más valor este compromiso porque se produce al margen de cualquier imposición del pliego de condiciones de la subasta.
Pero hay un cuarto foco de esperanza que quizá sea el que con más fuerza alumbra este escenario. Banco Etcheverría SA/Grupo Banesco mantiene en las dos últimas décadas una dinámica de crecimiento interno y de expansión internacional ciertamente espectacular. Basa su éxito en un negocio articulado sobre productos financieros expresamente dirigidos a las familias y a las pequeñas y medianas empresas. No hay nada que nos haga pensar que su introducción en Europa a través de Galicia vaya a ser diferente, y sí subyace sin embargo un poso de fe en los gallegos como compañeros de viaje, ya demostrado en su día con la adquisición del decano Etcheverría.
Fernando de Rojas dejó escrito que «la mitad está hecha cuando tienen un buen comienzo las cosas». Vigilemos para que la otra mitad se cumpla según lo prometido.
Carlos Negreira es alcalde de A Coruña.