Los bancos y la independencia de las naciones

OPINIÓN

15 dic 2013 . Actualizado a las 12:01 h.

S obre el papel habría cuatro posibilidades en la privatización de Novagalicia Banco (NCG). Si se excluye por sacrílego -sigo sin entender por qué después de los miles de millones enterrados por los contribuyentes- la de seguir como banco público de ámbito regional.

Las dos primeras las denominaré sistémicas. Es decir aumentando el tamaño de bancos ya existentes, sin que ningún defensor de la competencia (estatal o europeo) abra la boca, lo que ya nos hace campeones en los test de estrés europeos.

La primera posibilidad sistémica es catalana y de tomar cuerpo haría posible con NCG lo que no fue posible con Bankia. Que La Caixa se saliese con la suya. Clonar el modelo de Unión Fenosa con Gas Natural que tantas satisfacciones nos está dando. Lo que no pudo ser con Endesa. Estaríamos ante la cesión de la mitad del mercado financiero gallego a grupos empresariales de una nación que dice querer dejar de ser española (al parecer con un Estado independiente). Quizás se espere que así la larga mano de La Caixa reconduzca ese proceso en favor de España. La segunda posibilidad sistémica es española con las variantes BBVA o BSCH. Tanto en uno como en otro caso los miles de millones de los costaleros contribuyentes y el sabroso bocado del mercado gallego engordarían unas entidades ya en estos momentos transnacionales y con lógicas inversoras muy alejadas de las de una economía regional. El modelo del difunto Banco Pastor llevado al extremo. Pero dada la naturaleza centrípeta de ambas (lo de la Bankia pública es un lujo madrileño) es muy a tener en cuenta este plan B, de no progresar el plan A de hacerse querer por un motor básico del Estado independiente catalán.

A la tercera posibilidad sobre el papel, la de los inversores extranjeros, le otorgo pocas posibilidades en la medida en que el plan A y el plan B son sistémicos españoles (uno para frenar la secesión y el otro pata negra) y el Gobierno de España tiene mucho mando en el FROB. Y por eso poco importan en el pliego de condiciones de esta venta qué impactos habrá sobre el empleo o la red de oficinas, cuáles sobre la economía regional, cuáles sobre los órganos de gestión y, menos aún, cuáles sobre el grado de competencia en el mercado financiero gallego y español.

La cuarta posibilidad -y es lo más grave- no está sobre el papel. Porque una vez que hemos encajado la desaparición de lo que fue el emporio Barrié (Fenosa y Pastor) sin despeinarnos, Galicia solo es apenas moneda de cambio. Y seremos eso, como ya sucedió antes, a pesar de contar con varias de las mayores fortunas de España (a las que se les pondera su sencillez y su buenas obras) que no parecen estar para estos asuntos. Ni para Pescanovas, ni Sargadelos. Cuando el emporio inmobiliario de uno de ellos se valora ya en 4.000 millones de euros. Y así nos va. Si los bancos marcan la independencia real de las naciones en eso los gallegos vamos apañados. Aunque, eso sí, damos para honrosos presidentes de bancos, e incluso del Gobierno? de España.