El ojo herido de Buñuel

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

06 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Su vida fue una novela. Capítulos maravillosos en la residencia de estudiantes de Madrid con Dalí y Lorca. Cuánto talento en el mismo lugar. Capítulos en París aprendiendo todo sobre el cine. Capítulos en Estados Unidos. En México. Luis Buñuel tiene un currículo que mete miedo (Óscar, Palma de Oro...). Y ahí están para la historia del arte sus escenas poderosas: el hormiguero de la mano o la cuchilla que corta el ojo. Dos metáforas alucinantes que hoy mismo se pueden aplicar a un mundo saturado y que sangra al no saber hacia dónde mirar ni qué información es la correcta. Buñuel estuvo este año de aniversario de su muerte (cuarenta años de su fallecimiento), nada mejor que los aniversarios para que los genios no caigan demasiado en el olvido. Y son también la miel que atrae las publicaciones de libros. Sale la biografía de Ian Gibson. Sale el material incandescente que otro fenómeno, Max Aub, no pudo terminar sobre Buñuel. El hombre que fue comunista, que cayó en el surrealismo como en una broma, pero que casi nunca abandonó ese credo, esa manera de reírse del absurdo de la realidad. Lo de Max Aub no tiene desperdicio. Cuando transcribe cómo ajusta cuentas con Dalí (más con Gala) o con Lorca. Buñuel que solo dejaba de ser surrealista cuando cerraba los ojos. Entonces se volvía nihilista total.