Terroristas

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

21 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Habían despellejado a un buen número de políticos republicanos. Bajo la luz de los focos televisivos, en esa especie de quirófano expuesto al público que es un plató repleto de contertulios. Era un programa estadounidense. Casi todos manejaban el bisturí. En realidad, solo uno utilizaba las vendas. También el presentador. Y el debate fue avanzando hacia territorio comanche, el ciberespionaje de la Casa Blanca. Entonces, el presentador, que habitualmente presume de haber donado un millón de dólares a la campaña de Obama, aseguró que muchas cosas por las que Nixon dimitió ahora son legales. Y añadió que las leyes que impulsaron los republicanos cuando todavía humeaban las cenizas del 11-S son exprimidas hasta el límite por el presidente demócrata. El espíritu de aquella norma del «casi todo vale» ha cruzado el Atlántico para instalarse también en Londres. Es que fuera interrogado por la policía durante nueve horas David Miranda, la pareja de Glenn Greenwald, el periodista de The Guardian que publicó las informaciones sobre el programa masivo de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Se aplicó la ley antiterrorista británica. La contundencia ya está justificada. Basta con mentar el terrorismo, la amenaza, el miedo. Y punto. Aunque, afortunadamente, otros pueden añadir las comas. La palabra sigue siendo un arma potente cuando un Gobierno se exilia voluntariamente en las tinieblas. Gracias a ella se puede pedir que el Ejecutivo sea igual de expeditivo en otros casos, enviando sabuesos, por ejemplo, a los delincuentes de las finanzas, que han dinamitado el día a día de millones de personas. Esos que harían sonrojarse al propio Nixon.