Más que fútbol

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

19 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En el fútbol hay quienes eligen los extremos. No es que animen a los afeitan a navaja las bandas en el terreno de juego. Optan por el amor o el odio. No solo por un equipo. También en lo que respecta al fútbol en sí mismo. Muchos prefieren convertirse en una oveja más del rebaño sin cuestionarse, sin preguntar, sin ver vida más allá del prado, como si la red de la portería fuera una cortina. Otros, profetas de lo supuestamente intelectual, demonizan el juego y la grada como si fueran jinetes del apocalipsis. No entienden que el deporte es como un género literario. Con su historia. Sus leyendas y sus ángeles caídos, sus brillantes metáforas y sus oscuras realidades. Se mezcla con todo lo demás. No tiene que anular otros ingredientes. Ni tampoco diluirse. Los brasileños han salido a la calle en plena celebración de la Copa Confederaciones, ese ensayo general del Mundial 2014. Pero no para jalear la penúltima rabona de Neymar. Dicen que son los cachorros de esa clase media que antes no existía y que quieren más de eso que han podido catar en cuestiones como la educación o la sanidad. La mecha prendió con la subida del transporte. Y la movilización, la revolta do vinagre, ha unido a miles de ciudadanos por decenas de razones distintas y sin ninguna cabeza visible. Varias ciudades ya han anunciado la bajada del precio del autobús. Prácticamente todos los manifestantes se alegrarán de la victorias de Brasil, porque durante generaciones por sus venas siempre ha corrido un balón, pero el brillo del Mundial y de los Juegos no les impide ver los excesos, esos en los que siempre dan bocados los mismos. Quieren que todo sea emergente. No solo las cifras macroeconómicas. No solo el fútbol.