La agonía de la construcción

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

26 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

E l sector de la construcción tuvo una expansión excesiva en Galicia y en España desde la primera mitad de los noventa hasta explotar la burbuja inmobiliaria en el 2009. Antes de la fase de especulación extrema en Galicia se construían unas 17.000 viviendas cada año, la licitación de la obra pública alcanzaba los mil millones de euros en valores actuales y eso daba empleo a 100.000 personas en el sector.

A partir de ahí se disparó una expansión irracional: en el 2006 se iniciaron 42.000 viviendas en Galicia y 760.000 en España, la licitación pública alcanzó en el 2009 los 2.500 millones de euros y el sector llegó a ocupar de forma directa a 145.000 personas. Un crecimiento insostenible, especulativo y que al estallar, primero en la edificación y después en la obra pública, provocó el desplome. El ajuste, la depuración de los excesos, era lógico, incluso deseable. Pero ahora ya no estamos en eso. Ya no es un proceso de adaptación a la nueva realidad. La construcción, las empresas y sus trabajadores, están sufriendo un brutal proceso de destrucción que llega a comprometer hasta el propio futuro del sector.

En el 2011 el número de viviendas iniciadas se desplomó hasta 4.000 y con probabilidad serán menos en la actualidad. La obra pública licitada por la Xunta pasó de 1.210 millones de euros en el 2008 a 90 en el 2012. La consecuencia ha sido el cierre de miles de empresas y la pérdida del empleo de decenas de miles de trabajadores. Ahora en la construcción trabajan menos de 73.000 personas en Galicia, la mitad que hace cinco años.

Son datos terribles porque ya no estamos en la purga de los excesos para situar el sector en la normalidad. Es una debacle porque para encontrar una cifra de empleo similar a la actual hay que retroceder treinta años, hasta 1983, un auténtico viaje al pasado. Sin embargo, entre la borrachera especulativa de la pasada década y la actual resaca depresiva, la construcción tiene un espacio con niveles de actividad normalizados. Porque produce un bien básico como son la vivienda y las infraestructuras y porque tiene un gran efecto de arrastre sobre otras actividades económicas.

Un sector estable que dé empleo a unas 100.000 personas, que construya sobre 17.000 viviendas al año, que atienda una obra pública en el entorno de 1.800 millones de euros y que aporte el 10 % del PIB del país. Para salir del estado de shock, la construcción necesita dos palancas. La primera es financiación, dejar de ser un sector maldito para el sistema financiero, que debe volver a financiar a las empresas para que construyan o rehabiliten viviendas y a las familias para que las adquieran. La segunda es la recuperación de la inversión pública, que es además el instrumento básico de la tan necesaria política de estímulos al crecimiento económico.