Keith Haring en París

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

07 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El arte siempre es caprichoso y, si hay un arte caprichoso, ese es el que nos dejó Keith Haring. Caprichoso, subversivo y militante. París siempre merece una visita, pero ahora más, con las dos exposiciones que consagran en una de las capitales culturales de Europa a Haring. El norteamericano fue un artista increíble, el hombre que mejor pintó corazones enormes coloreados de rojo carmín. Mezcló en sus trabajos la moda, la publicidad, los dibujos animados, el niño que todos llevamos dentro. Y los puso a correr por las paredes, por los carteles, por las camisetas. Hoy ya hay un universo Haring y sus figuras tan fáciles y tan emocionantes son muy reconocibles. Tan reconocibles que hay miles de seguidores e imitadores de Keith Haring, con esa facilidad que tiene lo que parece o es pop para reproducirse. En el Museo de la Villa de París y el anexo del centro de arte CentQuatre está el Haring más rabioso, más travieso, para demostrarnos que hay otra manera de ver el mundo. Que se puede interpretar la vida y disfrutar de ella desde puzles de colores, cuando la mano es (obra) maestra.