Ponce de León y Alfredo Landa

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

05 may 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Mis hijos, como los hermanos Waugh -Evelyn, el autor de Retorno a Brideshead, con nombre de mujer, y Alec, también escritor- han decidido repartirse el mundo. Mariana, la mayor, el continente asiático, y desde su pequeña casa con jardín en el centro de Seúl, se pasea por el Extremo Oriente como Pedro por su casa. Como el tal Pedro o como Somerset Maugham o Luis de Oteyza. Y, al otro lado del planeta, Diego recorre las calles empedradas de Coyoacán -que antes pisara el mismísimo Cortés- en bicicleta, y va y viene de la UNAM con trasiego de apuntes y balones de rugbi. La UNAM es la gran universidad de América Latina en cuyo nacimiento mucho tuvieron que ver los exiliados españoles de los años cuarenta, y cuyo campus es patrimonio de la Unesco. A mí me han dejado Europa (ya saben ustedes, Alemania, España, Cataluña, etcétera).

Yo a mis hijos les tengo prohibido el retorno, para no disgustar a la ministra Báñez o a la terrateniente Cospedal, que en vez de dar mano de obra en su cigarral, anima al exilio, que ella llama grand tour.

Y lo malo de viajar es que uno ve que por ahí los inviernos no son tan largos, que no se conoce a la Pantoja y que la gente se levanta por las mañanas y se va a trabajar. Lo malo es también sentir que no quieres volver ni a rastras. Que tu propio país se puede convertir en una pesadilla.

Ahora que vuelve la vigencia del «Vente pa España, Pepe» de Alfredo Landa viene bien recordar a uno de los nuestros, Ponce de León, que aquí ya no conoce nadie, ni la ministra Fátima Báñez, y que hace quinientos años descubrió La Florida, tierra de los cantantes millonarios.